Paco: “Pues no, hija no. Estás muy equivocada. Tú te estás imaginando que el juicio ha sido algo así como los que salen en las pelis americanas, y nada que ver. Aquí no sale Tom Cruise gritando a Jack Nicholson que diga la verdad. Ni tan siquiera ha gritado nadie eso de ¡Protesto!”

Marga: “Bueno, ya sé que aquí no se trataba de un tema muy serio… Pero digo yo que ir a juzgado será algo que impone ¿no?”

Paco: “Pues mira, tampoco. Vas a un edificio en el que en uno de los pisos hay juzgados y en otros hasta empresas privadas. Esperas mucho rato en unos pasillos muy feos y desangelados. La sala de vistas no es más grande que un dormitorio. No ves a jueces o abogados con pelucas ni birretes, como mucho alguna toga… Lo único que te sorprende es la cantidad de papeles que hay por todas partes…”

Marga: “Bueno, pero cuéntame todo, desde el principio. Que tengo mucha curiosidad. Yo nunca he pisado un juzgado.”

Paco: “Pues a ver. Ayer quedamos con Maca… Por cierto, que mona es esa chica, y que maja…”

Marga: “Ya, ya. Puedes ahorrarte esos detalles…”

Paco: “ … y nos explicó todo. Que no olvidásemos llevar los DNIs, que los testigos nos quedaríamos fuera hasta que nos llamaran, cómo teníamos que responder, que si no entendíamos algo que preguntáramos, que no respondiéramos a nada que no nos pregunten directamente… Bueno cosas de esas. Pero sobre todo insistió en que nos atuviéramos al argumento principal: la casa de Prádena. Como la herencia queda dividida entre muchos propietarios, nadie vive allí y todos queremos venderla. El precio que nos dan es del valor de mercado y es la mejor solución para todos y, por supuesto, para Carlitos.”

Marga: “ Vale, eso fue ayer. ¿Y hoy?”

¿Funciona el juzgado como en las películas americanas?

Paco: “Pues nada, hoy hemos quedado en la puerta de los Juzgados a las 10 de la mañana, estábamos citados a las 10 y media. Hemos ido llegando, Maca, la procuradora, Carmen, Carla y yo. Una vez que estábamos todos, hemos subido y Maca y la procuradora se han metido en la secretaria del juzgado y nos hemos quedado en los pasillos charlando. Al rato han vuelto, cada una con su toga, y nos han dicho que nos lo tomáramos con paciencia, que entraban en ese momento los del juicio de las 9 y media y que teníamos otros 3 juicios delante. Hemos aprovechado para repasar la historia que teníamos que contar, aunque no era difícil pues no es más que la verdad y a esperar.”

Marga: “Y tanto rato en los pasillos, ¿habréis visto a alguien famoso, algún político o un empresario de esos que tiene tanto juicios?

Paco: “Ja, ja, ja… Pues no, allí solo se ve gente muy normal. Parece ser que en esos juzgados solo se llevan temas así. Cosas de incapacitaciones y esas cosas.”

Marga: “Esto está siendo mucho menos interesante de lo que me imaginaba. Pero bueno sigue. ¿Cómo ha sido el juicio?”

Paco: “Bueno, antes de que nos tocara entrar, la procuradora nos ha pedido a todos los carnets de identidad, se los hemos dado y ella se los ha dado a una funcionaria. Luego han entrado Maca, la procuradora y Carmen. Como nos habían dicho, el tasador y los dos testigos nos hemos quedado fuera.”

Marga: “¿Entonces no has visto el juicio?

Paco: “No todo. Solo desde que me han llamado y he podido entrar.”

Marga: “Pues que mal, ¿no?”

Paco: “Bueno, es lo que hay.”

Marga: “Anda sigue. ¿Qué ha pasado después?

Paco: “Han llamado al tasador, y 5 minutos después, me han llamado a mi. He entrado, me han hecho ponerme de pie, en el centro de la habitación, frente a la jueza, me han pedido mis datos y me han empezado a hacer preguntas.”

Marga: “¿Así, sin más? ¿No te piden que jures decir la verdad? ¿Te subes a un estrado o algo? ¿No hay biblia para jurar?”

Paco: “Pues no, ya te he dicho que no se parece en nada al cine. Bueno sí he tenido que prometer que diría la verdad y que no tenía interés en el pleito, pero sin ninguna solemnidad…”

Marga: “¿Y cómo es la sala de juicios? ¿Hay público?

Paco: “Salvo los interesados, la juez, un par de funcionarios y la fiscal, no había nadie, y tampoco hubiera cabido nadie más…”

Marga: “¿Tan pequeña es?”

Paco: “Como este salón tuyo. Una mesa alargada donde está la juez y la secretaria con dos mesas a los lados de ella. En una la fiscal y en otra Maca y la procuradora, un micrófono en frente de la juez, a pocos pasos, y dos bancos detrás. Todo muy funcional, feo y algo viejo.”

Marga: “¿Y que te ha preguntado la jueza?”

Paco: “Ella solo lo de prometer decir la verdad y eso de si conozco a las partes y si tengo interés. Lo demás me lo ha preguntado Maca y ha sido solo lo que preparamos ayer. Luego ha entrado Carla. El procedimiento ha sido el mismo. Después Maca ha dicho que se ratifica en la demanda y la fiscal que no se opone.”

La resolución de la sentencia

Marga: “¿Y habéis tenido que esperar mucho para la sentencia?

Paco: “No. Parece que la sentencia es por escrito y se la mandan a la procuradora. Hemos terminado en el juzgado y nos hemos ido a tomar un café todos juntos. Dicen que no tardarán menos de diez días.”

Marga: “Y yo que tenía envidia de poder ir. Me parece que Carmen me ha hecho un favor. Aunque me parece raro que os lo pida a Carla y a ti y a mí no me diga nada.”

Paco: “Hija, ella sabe que has currado mucho en la herencia, y no habrá querido liarte más.”

Marga: “No sé. Para mí que hay algo más, pero bueno, son cosas mías…”

Paco: “No te preocupes, si habrá que hacer otro igual para el piso de Madrid cuando salga un comprador. Se le dice a Carmen y seguro que te llama sin problema para que vayas al juzgado.”

Marga: “¡Quita, quita! Por lo que has contado, menudo rollo. Prefiero no ir. Que te llame a ti, ya que os lleváis tan bien.”

Paco: “Marga, definitivamente no te entiendo.”

💭 Marga: No, si ya sé yo que este no me entiende, pero a Carmen, la entiendo yo muy bien, menuda es esa…

Marga: “Bueno, déjalo. Lo importante es que parece que en breve podremos hacer la venta de la casa de Prádena. Otro pasito más. A ver si terminamos esta herencia.»