Como decía Estopa, era una tarde tonta y caliente, de esas que te quema el sol la frente. Marga baja la calle, a paso rápido y firme. Sus tacones de doce centímetros se oyen desde lejos. Su apretada falda de tubo la obliga a dar pasos cortos y contonear las caderas. La blusa de seda, casi transparente, deja adivinar las curvas de su cuerpo. Su melena azabache recién arreglada en la peluquería se mueve acompasada con su cuerpo. Está guapa, y lo sabe. Se siente como Lauren Bacall en una película de los 50. Joven, elegante e irresistible. 

Se detiene ante el portal de uno de esos edificios señoriales que todavía quedan en Madrid; entrada para carruaje de caballos y escalera de mármol. Sube al ascensor; reja negra, madera, espejos y hasta un precioso sillón tapizado en terciopelo rojo. Se detiene en la tercera planta. Saca de su minúsculo bolso una llave con la que abre la cerradura de una enorme puerta de madera y entra en un enorme recibidor. Techos muy altos, decoración moderna y luces indirectas que iluminan un enorme acuario. Atraviesa el recibidor y se encamina por un enorme pasillo, conoce la casa perfectamente.

Con absoluta seguridad corre la puerta del dormitorio en cuya cama se adivina el cuerpo de un hombre. Ella se desnuda en silencio y, sigilosamente se introduce en la cama abrazando por la espalda el cuerpo del hombre que está de costado. Una increíble sensación de paz y tranquilidad se adueña de ella al notar el calor de su compañero que, inmediatamente se convierte en un deseo irrefrenable de besarlo y abrazarlo. 

Él se despierta, ronronea, casi imperceptiblemente y se gira para mirarla, cuando Marga, al ver su cara da un grito horrible… 

La relación con la compañía de seguros

Paco: “¡Coño Marga! ¿Qué pasa? ¿Estás bien?” 

Marga con la respiración acelerada y la voz entrecortada: “Perdona Paco. Creo que he tenido una pesadilla. Sigue durmiendo.” 

Paco: “Joder, no sé si voy a poder. Menudo susto me has pegado. ¿Tan horrible era?»

Marga: “Pues no sé si puedo contártelo. Todavía no lo tengo muy claro. No tiene ninguna lógica.” 

Paco: “Es que no tiene que tenerla; es un sueño. No te preocupes, ya se ha terminado.” 

Marga: “Es que es muy fuerte, he soñado con el tramitador de la compañía de seguros…” 

Paco: “¿El cabrón ese que no paraba de pedirnos documentación y ha tardado dos meses en dar el dinero para pagar los impuestos”? 

Marga: “Sí, ese.” 

Paco: “Pues  que invitas a gente rara a tus sueños.” 

Marga: “Pues lo peor es que me metía en la cama con él.” 

Paco: “¡Pufff! Sí que tienes mal gusto, primero conmigo, que mira que soy feo y luego con ese, que además de feo, es mala persona.” 

Marga: “No hagas chistes, que lo he pasado muy mal al ver que era el de la compañía de seguros.” 

Paco: “Hija, qué quieres que te diga. Estás en mi cama contándome que tienes sueños húmedos con otro… o me lo tomo a chiste o me cabreo, y prefiero tomarlo a risa…” 

Marga: “Pero, como me da a mí por soñar con ese tío…” 

Paco: “¿Te parece raro tener pesadillas con él? Pues a mí no tanto. Nos ha hecho presentarle hasta 3 veces la misma documentación. Ha obligado a que todos los herederos pasáramos por el banco a firmar. Ha mandado el poder de tu hermana a la asesoría jurídica y ha retrasado todo el trámite cerca de un mes con esa excusa. Le hemos tenido que llevar el impuesto de sucesiones, nos ha puesto pegas y nos ha obligado a rehacerlo. Ha obligado a todo el que no tenía cuenta en su banco a abrir una, con todas las comisiones del mundo y nos ha cobrado 300€ por hacer todo eso… Una pesadilla con él me parece poco, yo he soñado que lo asesinaba…” 

Marga: “Ya, si ha sido un calvario el tramitador de la compañía de seguros. Pero soñar que me meto en la cama con él…” 

Paco: “No te preocupes, ya se ha terminado todo eso. Ahora, nos tocan otras pesadillas, pero esas ya han terminado.” 

Marga, se abraza a Paco, apoyando la cabeza sobre su pecho y, ahora sí, siente el calor reconfortante de su cuerpo y logra conciliar un tranquilo sueño.